FC C: Las llamadas de móvil de los conductores, interferidas por un dispositivo utilizado por el hombre

Metro PC informó de constantes problemas con una torre de telefonía móvil, lo que llevó a la policía a descubrir a un hombre de Florida que conducía con un inhibidor de telefonía. El hombre fue multado con 48.000 dólares por causar las molestias.

¿Qué tan delgada es la línea que separa un atasco de un inhibidor de señales?

Imagínese la delgada línea que separa un atasco de un retenedor. Para Jason R. Humphreys, esta línea se difuminó cuando dio un paso inusual. Frustrado por la gente que llama por el móvil mientras conduce en Florida, donde es perfectamente legal, Humphreys decidió tomar cartas en el asunto. No recurrió a meras quejas, sino que fue un paso más allá. Los informes afirman que instaló un bloqueador de teléfonos móviles en su coche, no sólo de vez en cuando, sino todo el tiempo, durante un periodo de 16 a 24 meses. La Comisión Federal de Comunicaciones no empezó a investigar hasta que Metro PCS informó de problemas persistentes con una torre de telefonía móvil en la I-4 de Florida, sobre todo en las horas punta de la mañana y la tarde. La FCC consideró sospechoso el patrón de fallos y decidió llevar a cabo una operación de vigilancia, similar a las que se ven en las películas. Sin embargo, su objetivo no era una cita secreta en un dormitorio ni un negocio turbio en un bar; simplemente intentaban controlar las ondas electromagnéticas. Las acciones de Humphreys, aunque inusuales, ponen de manifiesto una creciente preocupación por el uso de la tecnología y su impacto en nuestra vida cotidiana.

El pasado mes de mayo, los sheriffs descubrieron una misteriosa «fuerte emisión de banda ancha» procedente de un Toyota Highlander azul. Al detener el vehículo, sus radios bidireccionales enmudecieron, lo que les hizo sospechar que se trataba de un juego sucio. ¿La fuente de esta interferencia? Un inhibidor de señal, según la FCC. El conductor, Humphreys, supuestamente confesó haber utilizado el dispositivo, explicando su aversión a las conversaciones telefónicas en el coche. Creía que los efectos del inhibidor se limitaban a un radio de 9 metros. Aunque se desconoce qué inhibidor utilizaba, Humphreys no es el primer estadounidense que toma medidas de este tipo contra las conversaciones por móvil. Este incidente pone de relieve la creciente preocupación por la interferencia de señales y su posible impacto en la comunicación pública.

Un hombre de Filadelfia, frustrado por los ruidosos coches de gas en su trayecto diario en autobús, encontró consuelo llevando consigo un pequeño inhibidor de señal, reclamando por fin la paz. Sin embargo, el uso de tales dispositivos no está exento de consecuencias. El año pasado, un camionero intentó eludir el rastreo de sus jefes empleando un bloqueador de GPS, interrumpiendo sin saberlo los sistemas por satélite del aeropuerto de Newark. Estos incidentes ponen de relieve la naturaleza ilegal y potencialmente peligrosa de los inhibidores de señal, que pueden interferir en las comunicaciones críticas. De hecho, la FCC informa de que estos inhibidores son capaces de bloquear las comunicaciones celulares y PCS a través de múltiples bandas de frecuencia, lo que supone una amenaza significativa para la seguridad pública. Como resultado, Humphreys, objeto de una investigación de la FCC, se enfrenta a una cuantiosa multa de 48.000 dólares por el funcionamiento no autorizado de un inhibidor, el uso de un dispositivo ilegal y la interferencia intencionada. Esta sanción es un claro recordatorio de que el coste del uso de estos dispositivos supera con creces su precio inicial, que puede ser de tan sólo 100 dólares.

La delgada línea que separa un atasco de un embotellamiento revela una historia más profunda. Imagínese las mañanas y tardes serenas de Humphreys, en las que las radios de los coches sólo ponían Styx, Iron Maiden y Mariah Carey, sin interrupción. Sin embargo, su situación actual, dentro del plazo de pago de 30 días, sugiere que está en un aprieto. Más allá de su apuro personal, esto plantea problemas éticos a la oficina del sheriff. Como declaró el portavoz Larry McKinnon a WFTS-TV, «La cuestión moral aquí es el peligro que supone». Obligar a otros a cumplir tus caprichos suele tener consecuencias inesperadas, lo que pone de relieve el delicado equilibrio entre la libertad individual y la seguridad pública.