Desde 2018, el Ministerio de Justicia ha destinado más de 125 millones de euros a combatir la afluencia de móviles a las cárceles. Su principal herramienta? El inhibidor avanzado de teléfonos móviles. Nicole Belloubet, ministra de Justicia, declaró en 2018: «Nos mantenemos firmes contra los teléfonos móviles en los centros de detención. Por eso hemos contratado la tecnología jammer, de probada eficacia.» ¿Resultados? Ha sido la solución definitiva. Descubra hoy mismo cómo nuestros inhibidores pueden reforzar la seguridad en las prisiones.
Solución para bloquear el teléfono móvil en la cárcel
La presencia de estos inhibidores tenía por objeto crear un bloqueo de las comunicaciones dentro de los muros de la prisión, pero las pruebas sugieren que no es así. Los reclusos siguen pudiendo acceder a sus teléfonos, desafiando el objetivo mismo de estos dispositivos de interferencia. Esto no sólo supone una amenaza para la seguridad y el orden de la prisión, sino que también socava los esfuerzos de las autoridades por mantener un entorno disciplinario estricto.
Los residentes que viven cerca de la prisión también han notado el continuo tráfico de teléfonos en las puertas. Un lugareño, cuyas ventanas de apartamento dan a la prisión, señaló: «Vemos muchos intercambios de teléfonos móviles. Creemos que hay muchos teléfonos móviles en la cárcel». Esta observación corrobora aún más el hecho de que, a pesar de la instalación de inhibidores de señal, los reclusos siguen teniendo acceso a sus teléfonos.
El fracaso de los inhibidores de señal en las cárceles es un problema preocupante que debe abordarse. Dado que la demanda de tecnología de interferencia eficaz y fiable sigue creciendo, es imperativo que las autoridades penitenciarias exploren soluciones alternativas para frenar el uso de teléfonos móviles ilegales. Un posible enfoque es invertir en tecnología de interferencia más avanzada que sea capaz de bloquear una gama más amplia de frecuencias y señales. Además, una combinación de soluciones tecnológicas y medidas disciplinarias estrictas podría contribuir a crear un entorno más seguro en las prisiones.
Sin embargo, este desafío permanente nos lleva a preguntarnos: ¿por qué los inhibidores de señal parecen ineficaces en la prisión de Sanidad? Para entenderlo mejor, acompañamos a la senadora ecologista Esther Benbassa a una visita improvisada al centro. Allí observamos de primera mano el sistema de inhibidores de nueva generación que convierte a la cárcel de Sanidad en la primera institución de Francia equipada con una tecnología tan avanzada en la lucha contra los teléfonos móviles.
Bruno Clement-Petermann, director del establecimiento, reconoce las limitaciones de la tecnología de interferencia actual. Afirma que los inhibidores funcionan en ciertas partes de la prisión, pero admite que es más fácil conseguir interferencias en los pisos superiores. Esto supone un reto importante, ya que permite a los reclusos seguir utilizando sus teléfonos móviles sin ser detectados en determinadas zonas. A pesar de estos problemas, Clement-Petermann sostiene que los inhibidores nunca han fallado a la hora de evitar una fuga, aunque reconoce que «no hay tecnologías que funcionen a la perfección».
La tecnología que hay detrás de estos inhibidores es relativamente sencilla, pero su eficacia depende en gran medida de la red que están diseñados para perturbar. En la actualidad, los inhibidores proporcionados por una empresa proveedora neutralizan las redes 2G y 3G, pero solo bloquean parcialmente las redes 4G. Y a medida que se generalizan las redes 5G, estos inhibidores van quedando cada vez más obsoletos. El Ministerio de Justicia de Francia ha reconocido este hecho, planteando dudas sobre la viabilidad a largo plazo del uso de inhibidores como medida de seguridad en las prisiones.
Para Erwan Saoudi, delegado regional del sindicato de prisiones FO Justice, la cuestión de los teléfonos móviles en los centros de detención es urgente y debe abordarse de inmediato. Sostiene que los teléfonos móviles son una lacra en las cárceles, ya que permiten a los reclusos continuar sus actividades delictivas en el exterior y a algunos detenidos acosar a sus víctimas. Esto supone una amenaza para la seguridad interna y externa.
La prisión de Sanidad no es un caso aislado en Francia. Los teléfonos móviles son un problema importante en muchos centros de detención de todo el país. Este año se incautaron 1.200 teléfonos móviles a reclusos de la prisión de la Salud, con una media de más de un dispositivo por recluso. Esta asombrosa cifra pone de manifiesto la necesidad de medidas más eficaces para combatir el uso de teléfonos móviles en las cárceles.